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La creencia popular ha sostenido siempre que los hombres son viriles durante toda su vida y capaces de tener un hijo sin importar su edad biológica. Sin embargo, diversas investigaciones revelan que los hombres experimentan una gradual decaída de su fertilidad a medida que van envejeciendo.

En el pasado, a los hombres no se los responsabilizaba por ser los causantes de la imposibilidad de tener hijos, cosa que si sucedía con las mujeres. En la actualidad, los problemas de infertilidad masculinos y los femeninos están a la par, aunque se estima que en el futuro los casos de infertilidad masculina van a sobrepasar a los de infertilidad femenina.

Es bien sabido que la fertilidad de la mujer comienza a disminuir a partir de los 30 años, pero varias investigaciones han demostrado y comprobado que la fertilidad masculina también disminuye a medida que el hombre va cumpliendo años, sobretodo a partir de los 40 años.

La disminución de la fertilidad varonil puede verse más alterada según si se padece algún tipo de trastorno o desorden relacionado con el esperma, si hay infección, si se es fumador, bebedor y/o si se abusa de las drogas o también puede verse afectada, por ejemplo, si se padecen otras condiciones médicas como son la obesidad, la fibrosis quística, deficiencias hormonales, enfermedades genéticas o cáncer.

Un estudio científico, realizado a 2.000 parejas, reveló que cuando los hombres sobrepasan la barrera de los cuarenta, su fertilidad disminuye un 70%. A medida que el hombre va envejeciendo, el ADN presente en su esperma comienza a fragmentarse, afectando de esta manera su fertilidad. También se ha demostrado que cuando el hombre retrasa más su paternidad hay más probabilidades de que su hijo nazca con algún tipo de anomalía genética.

Otro estudio, llevado a cabo por la Universidad de Berkeley (California) y en le que se analizaron el esperma de 100 hombres de diferentes edades, las cuales variaban desde los 22 años hasta llegar a los 80 años, demostró que el esperma masculino comienza a deteriorarse a partir de los 20 años. Por este motivo, a medida que el hombre envejece, su esperma pierde funcionalidad y rendimiento, incluyendo su motilidad que decrece cada año un 0,7%.