Se considera que una pareja debe visitar un especialista en fertilidad después de un año de mantener relaciones sexuales de forma regular sin protección anticonceptiva. En algunos casos es recomendable reducir este tiempo a seis meses, como explicamos en nuestro artículo ¿Cuando acudir a un especialista en fertilidad?

En el caso de que la mujer tenga pareja es importante que acuda con ella para conocer y entender el proyecto común que se les plantea. El primer contacto es fundamental para establecer un vínculo entre médico-paciente y generar un clima de confianza en el que se basará todo el tratamiento.

La finalidad de la primera visita es conseguir una valoración global de la situación, iniciar el estudio de la mujer y de su pareja (en el caso de que la tenga). También sirve para planificar las pruebas diagnósticas que puedan resultar necesarias.

Durante la primera visita se realiza una anamnesis, es decir un cuestionario detallado sobre los antecedentes personales y familiares. Con este interrogatorio el especialista se asegura que la paciente presenta un buen estado de salud, sin problemas que contraindiquen un embarazo.

Es importante conocer aspectos personales de la pareja como la profesión de ambos, la frecuencia coital, hábitos de consumo de sustancias (alcohol, tabaco y drogas entre otros), así como los métodos anticonceptivos se han usado en el pasado.

Se llevará a cabo una historia con los antecedentes médicos y ginecológicos de la mujer, que incluirá como mínimo:

  • Las características de sus ciclos menstruales (edad de la primera menstruación, intervalo entre menstruaciones, su duración, etc.)
  • Antecedentes de embarazos previos (si ha existido algún embarazo anterior, sea con la pareja actual u otra pareja)
  • Posibles enfermedades hereditarias, antecedentes quirúrgicos o valoración de pruebas y tratamientos de fertilidad que hayan podido ser realizados anteriormente.

Todos estos datos, junto a las pruebas e informes que aporte la pareja, pasarán a formar parte de la historia clínica de la pareja. El principal objetivo es determinar si existe un motivo claro que explique la dificultad para conseguir el embarazo o es necesario profundizar en algún aspecto.

En la primera visita de fertilidad, a no ser que la paciente o los pacientes aporten ya dichas pruebas, el especialista iniciará un estudio básico de fertilidad. El objetivo de este estudio es descartar las causa principales de infertilidad, y comprende los siguientes puntos:

1- Valoración de la función ovárica

En primer lugar, es necesario conocer si existe ovulación. Se considera que una mujer ovula cuando presenta ritmos menstruales cada 26 a 36 días.

No obstante, es conveniente profundizar el estudio de la ovulación, y habitualmente se lleva a cabo una analítica hormonal. Este análisis de sangre consiste en determinar el estado de las hormonas relacionadas con la ovulación y los procesos reproductivos. Estas hormonas son: la folículo estimulante (FSH), la hormona luteinizante (LH) y estradiol, que se determinan en la fase inicial del ciclo (entre los días 3 y 5). Las analíticas hormonales basales se pueden complementar o substituir por el análisis de la Hormona Antimulleriana. También se suele realizar un análisis de progesterona y prolactina.

2- Ecografía basal

Mediante una ecografía por vía vaginal el ginecólogo puede obtener imágenes del aparato reproductivo que le permiten en primer lugar que no existe un problema anatómico que impida o contraindique el embarazo. (Hidrosálpinx, presencia de malformaciones, miomas, pólipos endometriales…). En el caso de sospecha de patología ovárica o uterina conviene profundizar el estudio por endoscopia (laparoscopia o histeroscopia).

Además, la ecografía permite ver los llamados folículos antrales, que son pequeñas esferas llenas de líquido que contienen óvulos inmaduros. Estos folículos antrales se encuentran de forma natural en la mujer y el recuento de los mismos se usa como medida bastante fiable de su potencial reproductivo.

El recuento de folículos antrales puede variar levemente entre un ciclo y otro. En general se considera que un número inferior a 6 folículos antrales entre ambos ovarios es un indicador de mal pronóstico.

3- Seminograma

El seminograma es la prueba básica para el factor masculino. En el caso de que la mujer tenga pareja masculina y ésta no se haya realizado un seminograma reciente, es imprescindible realizarlo.  Esta prueba permite conocer el número de espermatozoides presentes en una muestra de semen, así como su movilidad y morfología. Todos estos datos nos darán una aproximación de la capacidad reproductiva del varón.

4- Valoración de la permeabilidad tubárica

En las trompas de Falopio se produce de forma fisiológica el encuentro entre los espermatozoides y el óvulo. Si por algún motivo, una de ellas o ambas se encuentran obstruidas, existirá una barrera física para que se produzca la fecundación.

Es posible saber si las trompas de Falopio son permeables mediante una prueba llamada histerosalpingografía o HSG. Esta se basa en una serie de radiografías seriadas después de administrar por vía cervical un contraste (líquido visible a los rayos X). La histerosalpingografía se lleva a cabo los días inmediatamente posteriores a una regla.

Si no existe ninguna otra prueba o dato para que el tratamiento de elección deba ser la Fecundación in vitro, es posible que el ginecólogo indique esta prueba. Si por algún motivo el tratamiento de elección es la FIV, no resulta necesario, puesto que la permeabilidad de las trompas de Falopio no es un requisito para la misma.

Vídeos relacionados

Carmen Calatayud, doctora del Centro Médico de Reproducción Asistida CREA (Valencia), nos explica qué aspectos hay que priorizar en una primera visita por infertilidad, cuándo una pareja debe acudir a la clínica y, por último, por qué es importante estudiar a ambos miembros de la pareja.

También te puede interesar