Uno de los aspectos fundamentales para el éxito de un tratamiento de fecundación in vitro es la selección embrionaria, es decir, la capacidad de detectar los embriones con mayor potencial de implantación durante el tiempo de cultivo de los mismos en el laboratorio de fecundación in vitro.

El embrión humano puede evolucionar correctamente fuera del cuerpo de la mujer hasta un plazo de 6-7 días. Sin embargo, la transferencia embrionaria se ha realizado clásicamente en el día 3 de desarrollo, cuando el embrión consta de entre 6 y 9 células aproximadamente.

A finales de los años 90 los medios de cultivo embrionario mejoraron notablemente y se empezaron a publicar estudios de grupos que alargaban el desarrollo embrionario in vitro y reportaban mejores resultados con la transferencia de blastocisto. Llamamos así al embrión en día 5-6 de desarrollo, con un número de alrededor de 200 células, que además presenta una primera diferenciación celular. Encontramos dos tipos de células distintos: las que forman la masa celular interna que en caso de tener lugar la implantación dará lugar al feto y el trofoblasto (o trofoectodermo) formado por una capa externa de células, que tendría como misión formar la placenta y que juega un papel fundamental en la implantación.

Otra de las ventajas teóricas del cultivo a blastocisto es que existe una mayor sincronía entre el embrión transferido y el endometrio, puesto que la transferencia se lleva a cabo en un momento más próximo a la implantación.

Durante casi una década, el principal problema que presentaba el cultivo a blastocisto es que la congelación de este tipo de embriones era muy poco eficaz. Con la llegada de la vitrificación se ha mejorado notablemente la eficacia de la congelación de blastocistos (además de óvulos y embriones tempranos).

Por último, la reciente incorporación de sistemas timelapse conjuntamente con medios de cultivo con una formulación única para todo el cultivo embrionario ha simplificado enormemente la tarea de cultivar y observar este tipo de embriones, por lo que ha resurgido con fuerza esta técnica.

En resumen, el cultivo a blastocisto es más exigente para el embrión, por lo que ayuda a su selección. Sin embargo, en algunos casos se pueden perder embriones que quizás llegarían a blastocisto en el ambiente uterino.

Entre las principales ventajas de la transferencia en blastocisto (día 5-6) encontramos:

  •  Se trata de embriones con mayor potencial de implantación
  • En el caso de transferir un único embrión impacta menos negativamente en la tasa de embarazo por transferencia
  • Mayor sincronía con el endometrio
  • En caso de realizarse diagnóstico genético preimplantacional permite la biopsia de trofectodermo que es recomendable en muchos casos
  • A nivel ético, se reduce el número de embriones congelados

A favor de la transferencia en células (día 2-3) podemos destacar:

  • No existe evidencia clara de que la transferencia a blastocisto mejore la tasa de niño en casa
  • Es posible que embriones con potencial de implantación se pierdan durante los días adicionales de cultivo
  • El embrión está expuesto durante más tiempo a las condiciones de cultivo y a una mayor manipulación

En definitiva, hoy por hoy no existe motivo para que en todo ciclo de fecundación in vitro deba alargarse el cultivo hasta blastocisto. Esta puede ser una opción si existe una indicación clara, especialmente en casos en los que se desee transferir un sólo embrión o realizar diagnóstico genético preimplantacional.

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