Josep Oliveras
Josep Oliveras.
Biólogo especialista en técnicas de reproducción humana asistida.

En España, la donación de óvulos y semen es anónima por ley desde que estas técnicas se regularon por primera vez en 1988. Actualmente coexisten en Europa legislaciones a favor de la donación anónima (España, Italia…), otras que reconocen el derecho de los niños nacidos a conocer sus orígenes biológicos (Reino Unido, Suecia…) y otras que prohíben este tipo de técnicas (Alemania).

Según el registro de actividad de reproducción asistida en España, cada año nacen unos 10.000 niños nacidos fruto de tratamientos con donación de semen, óvulos o ambos. De acuerdo con la legislación vigente, nunca podrán conocer quién fue la persona que donó esos gametos. Sin embargo, esta normativa podría convertirse en papel mojado a la vista del crecimiento de la genética de consumo.

Los avances técnicos y el número cada vez mayor de aplicaciones han permitido reducir enormemente los costes para la secuenciación de genes y genomas completos en la última década. Como consecuencia de esta reducción de costes, los tests genéticos han pasado de tener una aplicación estrictamente médica a un enfoque de gran consumo. Este tipo de tests no se utilizan para detectar una enfermedad sino para mejorar nuestra dieta, conocer el tipo de ejercicio ideal en función de nuestros genes, o averiguar nuestros orígenes genéticos.

23 and me fue el primer test genético enfocado al consumo general. Su comercialización empezó en 2007, después de recibir el respaldo económico del gigante Google entre otros. Actualmente, por 149 dólares y enviando una muestra de saliva por correo es posible conocer muchos los detalles sobre nuestra genética, incluyendo datos sobre nuestra ascendencia. Otras empresas como Ancestry DNA o Family Tree DNA ofrecen servicios similares. La utilización de este tipo de tests en España es aún muy pequeña, pero no cabe duda de que aumentará en el futuro del mismo modo que lo harán sus aplicaciones.

El enfoque y los resultados que se incluyen en los informes varían según el test. En todos los casos existe la posibilidad de incluir nuestros resultados en una base de datos para encontrar familiares más o menos cercanos. 23 and me cuenta ya con más de un millón de personas registradas, mientras que por su parte Ancestry DNA afirma tener más de dos millones.

El acceso sencillo y económico a tests genéticos, junto con el poder de las redes sociales, puede hacer muy difícil el mantenimiento del anonimato de las donaciones de óvulos y semen independientemente del marco legal en el que se realice el tratamiento.

En el caso de que una persona nacida mediante estas técnicas se realice un test genético casero existe la posibilidad que encuentre una “huella genética digital” que pueda trazar. A su vez, la persona que decidió ser donante en el pasado también podría haber incluído su perfil genético en esas bases de datos. Pero aún en el caso de que no haya sido así, seguirá siendo posible trazar su huella: bastará con que un hermano, hijo o pariente cercano lo haga. Del mismo modo, las personas concebidas con gametos de un mismo donante podrían encontrarse en este tipo de bases de datos.

La empresa 23 and me no es ajena a las implicaciones que servicios como el suyo pueden tener en las donaciones de gametos. Entre las múltiples patentes que la compañía ha registrado, se encuentra la posibilidad de que los futuros padres puedan seleccionar los rasgos genéticos de sus donantes en base a los resultados este test.