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Científicos del Instituto Finlandés de Salud Ocupacional de Helsinki y del Instituto Nacional de Ciencias de Salud Ambiental de Carolina del Norte estudiaron a distintas parejas que habían intentado tener un bebé en los últimos cuatro años. El estudio se realizó sólo en parejas en las que la edad de la mujer era inferior a 40 años.

Los investigadores compararon el índice de masa corporal (IMC) de los hombres -una medida del peso en relación con la altura- con la tasa de éxito de los embarazos. La infertilidad se definió como la imposibilidad de lograr un embarazo después de doce meses de relaciones sexuales regulares sin uso de métodos anticonceptivos.

Partiendo de la base que un IMC superior a 25 se considera sobrepeso, los resultados del estudio concluyeron que la fertilidad fue menor entre los hombres con IMC mayor a 26 puntos y disminuía a medida que el IMC aumentaba. Además, cabe destacar que por cada tres puntos de aumento en el IMC, el riesgo de infertilidad aumentaba un 12%.

Sin embargo, en un estudio publicado el año pasado en la prestigiosa revista Fertility and Sterility y liderado por Anette Aggerholm del Hospital de Aarhus (Dinamarca), se estudiaron a 1989 hombres, de los cuales 67 eran delgados, 986 presentaban un peso normal, 773 tenían sobrepeso y los 163 restantes eran obesos.

El estudio se basó en analizar la concentración de hormonas sexuales (testosterona, inhibina B y estradiol) en sangre y en la observación de diferentes parámetros que determinan la calidad del semen.

En cuanto a los niveles hormonales se refiere, éstos presentaban marcadas diferencias: una disminución de entre el 25-32% en concentración de inhibina B, mientras que el estradiol aumentaba un 6%.

En los hombres que presentaban sobrepeso se observó una disminución en la calidad seminal, pero sorprendentemente en los hombres obesos la densidad espermática aumentaba un 9%, mientras que el recuento total de espermatozoides aumentaba en un 22%.