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El Dr. Rafael Bernabeu, director médico del Instituto Bernabeu (IB), nos explica en qué consiste el fallo de implantación repetido y cuáles son los factores a tener en cuenta cuando esto sucede.

Una de las situaciones más dramáticas que tanto los pacientes como los médicos nos vemos obligados a afrontar es el fallo de implantación repetido, es decir, cuando después de repetidos intentos de fecundación in vitro, donde aparentemente todo está bien, vemos que el embarazo no ha alcanzado o la paciente sufre un aborto.

Esta situación provoca un enorme estrés y ansiedad y hace que muchas veces las parejas busquen tratamientos que no tienen ningún fundamento científico y que lo que hacen es añadirle más esfuerzos, más estrés y más frustración. De ahí la importancia del problema.

La implantación embrionaria es un proceso de extraordinaria complejidad que requiere que un embrión sea capaz de ello y un endometrio receptivo, así como el establecimiento de una buena comunicación entre el endometrio y el embrión.

Actualmente el proceso de implantación es el gran desconocido. En la naturaleza, lamentablemente en humanos, sólo uno de cada cuatro embriones es capaz de lograr una adecuada implantación. En el origen del fallo implantatorio hay que considerar que interrelacionan muchos factores: embrionarios, maternos y paternos. Por este motivo, es preciso una exhaustiva y adecuada evaluación antes de tomar cualquier iniciativa de tratamiento. También es de gran valor evaluar detalladamente los antecedentes de los ciclos previos.

Simplificando, podemos considerar que aquí hay tres protagonistas: la madre, el padre y el embrión. La contribución materna es sin duda la más compleja. Interfieren factores uterinos, ováricos y factores de la salud en general de la propia paciente. A nivel del útero, hay que estudiar cuidadosamente la cavidad uterina (zona que el útero prepara para albergar al embrión), realizar una histeroscopia diagnóstica a menudo acompañada de una biopsia o cultivos endometriales es la clave para el detallado conocimiento del interior del útero.

Dentro de la madre, la respuesta ovárica juega otro papel fundamental. Hay que evaluar el número de ovocitos, la calidad de los mismos y la capacidad que tiene el ovario para responder a la medicación. Y, por último, a nivel sistémico pueden haber enfermedades inmunológicas, trastornos de la coagulación, trastornos endocrinos, que necesitan ser evaluados y corregidos antes de un nuevo intento.

A los dos progenitores se les debe realizar un cariotipo, que es un estudio de la herencia que transportan los cromosomas, que son las estructuras que vinculan la carga que recibirá el embrión y, por tanto, el futuro niño. En ocasiones, esta prueba debe ser completada con estudios más detallados.

En cuanto al varón, además del cariotipo mencionado, es importante llevar a cabo un estudio básico del semen y junto a él una serie de pruebas genéticas encaminadas a conocer la aportación masculina a la calidad embrionaria. Esto puede realizarse de dos maneras. Una, mediante una técnica denominada TUNEL que nos permite valorar la fragmentación (la rotura de la cadena del DNA) y, la segunda, es la técnica denominada FISH, que es un estudio del número y organización de los cromosomas que portan estos espermatozoides.

En último lugar, hay que tener en cuenta el embrión, que probablemente es el que juega el papel más importante. Lamentablemente, la información que podemos obtener hasta el momento del embrión es escasa y nos vemos limitados a evaluar el número de ovocitos de ciclos anteriores, la tasa de fecundación, la velocidad de división de los embriones, el número de células que lo componen y una serie de criterios morfológicos que nos permiten establecer una valoración aunque aproximada de la potencialidad del embrión para anidar.

El estudio del embrión, aunque incompleto a día de hoy, nos permite en ocasiones conocer si hay algún trastorno cromosómico. Para ello, efectuamos una técnica que que se denomina diagnóstico genético preimplantacional, en el cual evaluamos aquellos cromosomas, es decir, los paquetes donde se transmite la información genética y confirmar que estén correctos tanto en número como en normalización. Cabe tener en cuenta que el DGP es una herramienta muy poderosa que nos permite conocer muchos de los problemas que justifiquen un fallo implantatorio.

Una vez llega el momento de proponer soluciones a la pareja, la individualización del camino a seguir es la mejor estrategia que disponemos para mejorar los resultados. La experiencia nos demuestra que parejas que han sufrido tres o más pérdidas reproductivas consiguen, hasta en un 70% de los casos, culminar sus éxitos de tener un niño sano en casa sin necesidad de ninguna actuación médica.

En primer lugar, lo que podemos hacer nosotros es corregir los problemas diagnosticados y, en segundo lugar, realizar estudios más detallados del embrión. Nos enorgullece haber recibido este año el premio de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF) a la investigación precisamente en un campo tan delicado como este. Trabajamos con técnicas que nos permiten conocer el metabolismo del embrión, la actividad de la maquinaria embrionaria para obtener energía y conseguir una adecuada implantación.

En ciertas patologías que no pueden ser tratadas, nos vemos lamentablemente obligados a recurrir a la donación, bien de ovocitos o de espermatozoides, que son alternativas que proporcionan una muy elevada tasa de éxitos. Paso a paso, los resultados van mejorando el pronóstico y es mayor la ayuda eficaz que podemos ofrecer.