El proceso de microinyección espermática intracitoplasmática (ICSI) consiste en la introducción, mediante técnicas de micromanipulación, de un único espermatozoide en el interior del citoplasma del óvulo. Recibe también el nombre de ICSI por sus siglas en inglés (Intra Cytoplasmic Sperm Injection).

La ICSI es una técnica que tiene pues el objetivo de conseguir la interacción entre el espermatozoide y el óvulo para lograr la fecundación de éste. La alternativa es la inseminación convencional del óvulo, en la que se incuba cada óvulo con un número determinado de espermatozoides para lograr la fecundación.  Mediante la microinyección en cambio, se inyecta un sólo espermatozoide en cada ovocito.

El primer nacimiento mediante esta técnica se logró en el año 1992 de la mano del equipo del Dr Gianpero Palermo. Anteriormente se había utilizado la micromanipulación de los gametos, introduciendo el espermatozoide por debajo de la zona pelúcida evitando penetrar el óvulo.

Esta técnica supuso un avance importante en la Fecundación in vitro, ya que permite que hombres con una muy baja calidad espermática puedan tener descendencia. Antes del descubrimiento de esta técnica estos varones sólo podían recurrir a técnicas con donación de semen.

La microinyección espermática intracitoplasmática o ICSI está especialmente indicada en aquellos casos en que el varón presenta espermatozoides en una concentración muy baja, con mala movilidad y/o morfología. Está también recomendada cuando ya se han realizado ciclos previos de Fecundación in vitro con baja o nula tasa de fecundación.

En determinados casos es posible utilizar esta técnica cuando el eyaculado carece totalmente de espermatozoides (azoospermia), utilizando para ello espermatozoides procedentes de biopsia testicular. La maduración de los espermatozoides que se produce durante el paso por el tracto genital masculino es crucial para que éstos puedan fecundar sí mismos. Por este motivo, la ICSI es fundamental para conseguir la fecundación de los óvulos a partir de espermatozoides testiculares.

A pesar de que el espermatozoide se introduce físicamente dentro del óvulo, esto no garantiza la fecundación ni mejora la calidad de los gametos. La penetración del espermatozoide en el óvulo inicia una serie de reacciones biológicas que finalizan en la aparición de los pronúcleos masculino y femenino, momento en el que se considera que la fecundación ha tenido éxito. Este proceso tiene una duración de entre 17 y 20 horas.

En condiciones normales, la tasa de fecundación mediante ICSI se sitúa alrededor del 70%. Si la muestra de semen utilizada es de buena calidad, la tasa de fecundación obtenida mediante inseminación convencional es muy parecida. La principal diferencia en términos de eficacia es que los casos en que no se fecunda ningún óvulo (fallo de fecundación) aplicando la ICSI son muy raros (alrededor del 3%), mientras que mediante inseminación convencional son un poco más frecuentes (entre el 11 y el 15%).

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