Inflamación aguda o crónica de la vesícula biliar.

La vesícula biliar es una víscera de entre cinco y siete centímetros que se encuentra junto al hígado. Su función es almacenar la bilis y llevarla hasta el duodeno, a través de los conductos cístico y colédoco, durante la digestión.

La colecistitis es producida en la mayoría de los casos por la presencia de cálculos (piedras) que obstruyen el paso de la bilis hacia el duodeno. Otras veces es debida a la presencia de tumores en el hígado o en el páncreas, por infección del conducto biliar, o a la mala circulación sanguínea de la vesícula debido a enfermedades como la diabetes.

La colecistitis puede ser aguda o crónica. En la colecistitis aguda, que normalmente se produce por la presencia de cálculos biliares, se produce una dilatación de la vesícula que puede permitir la entrada de gérmenes del tracto digestivo y dar lugar a una infección. Cuando los episodios de colecistitis aguda tienen lugar de forma repetida se denomina colecistitis crónica, en la cual se va produciendo una hipertrofia progresiva de las paredes de la vesícula terminando por reducirse el tamaño de la misma y su capacidad de almacenamiento de la bilis.

Los síntomas más característicos tanto de la colecistitis aguda como crónica son la existencia de un dolor agudo y persistente en la zona del hipocondrio derecho que puede ser moderado o intenso. Además, pueden darse nauseas, vómitos, malestar general, ictericia e incluso fiebre en el caso de que haya infección de la vesícula.

En la fase aguda, la colecistitis debe tratarse con analgésicos con el fin de combatir el dolor y con antibióticos para controlar la infección. Después se recurrirá a la cirugía con extirpación de la vesícula biliar, mediante laparoscopia o cirugía abierta en el caso que existan complicaciones (vesícula perforada, pancreatitis aguda, etc).

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