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La alimentación de una persona determina su salud a lo largo de los años pero parece que sólo le prestamos atención cuando ya padecemos alguna enfermedad (hipertensión, colesterol, etc) o estamos en una situación que requiere una alimentación especial (embarazo, menopausia, etc). Pero, ¿porqué no empezar antes?

Por ejemplo, las mujeres suelen preocuparse de lo que deben comer cuando están embarazadas pero: ¿determina nuestra alimentación nuestra fertilidad? ¿tiene algo que ver en todo esto la alimentación de los hombres? Y si es así, ¿qué factores alteran en mayor medida nuestra fertilidad y como podemos prepararnos para afrontar un embarazo de manera óptima?

Lo cierto es que se han hecho numerosos estudios que intentan relacionar determinados nutrientes con la fertilidad tanto femenina (ácido fólico, vitamina A, vitamina E, Zinc, etc) como masculina (DHA, ácido fólico, antioxidantes, etc). Las conclusiones de estos estudios son diversas y aún hacen falta más estudios para poder saber si un determinado nutriente se relaciona directamente con la fertilidad. Pero los estudios no acaban aquí.

También se ha estudiado la relación del peso corporal con la fertilidad y, en este aspecto, se han obtenido mayores resultados viendo que un bajo peso o un sobrepeso puede afectar negativamente tanto a la fertilidad masculina como femenina. Por tanto, obtener un peso correcto será un factor decisivo para mejorar la fertilidad y, en el caso de la mujer, también para afrontar el embarazo con un menor riesgo de complicaciones.

La manera de modificar este peso debe ser con una dieta variada y equilibrada que no omita ningún grupo de alimentos para, de este modo, poder aportar a tu cuerpo todos los nutrientes necesarios para realizar sus funciones de una manera óptima.

Por otra parte, se deberían de revisar los depósitos de hierro para evitar empezar el embarazo con anemias que luego nos serán más difíciles de remontar y, consultar con vuestro ginecólogo para empezar a tomar un complemento de ácido fólico o vitamina B9. Las necesidades diarias de ácido fólico son de 200 µg pero durante el embarazo aumentan hasta un total de 400 µg al día. Un déficit de vitamina B9 en las primeras semanas de embarazo puede provocar malformaciones en el feto, como la espina bífida.

Por tanto, lo adecuado no es esperar a estar embarazada si no buscar con anterioridad la ayuda de un dietista-nutricionista que pueda planificarnos una alimentación equilibrada para obtener todos los nutrientes necesarios y modificar el peso, en caso necesario. De este modo afrontaréis el embarazo en las mejores condiciones y favoreceréis vuestra fertilidad.