Invitro TV
La redacción de Invitro TV está compuesta por profesionales de la comunicación y de la reproducción asistida, que trabajamos para ofrecerte los mejores contenidos.

Eduardo y Julio Jesús fueron en 1991 los primeros niños nacidos en el Principado gracias a la fecundación in Vitro (FIV). Eduardo lo hizo con la ayuda del Centro de Fecundación in Vitro de Asturias (Cefiva) y Julio Jesús, con la de la unidad de reproducción asistida del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA).

La técnica que ideó el doctor Robert Edwards, el padre de la fecundación in Vitro, que le ha hecho acreedor este año de un merecido premio Nobel de Medicina, ha ayudado a nacer en Asturias, en apenas dos décadas, a casi 4.400 niños. Concretamente, han visto la luz en el Principado más de 2.500 niños gracias al centro privado Cefiva y casi 1.900 gracias a la sanidad pública, en el HUCA.

Cefiva nació en 1989 como empresa dedicada a la FIV, cuyas técnicas apuntaban, sobre todo, al perfil de mujer con trompas obstruidas, patología que impide que el óvulo pueda pasar al útero para ser fecundado. El nacimiento de la empresa asturiana y de otras parecidas en España coincidió con la aprobación en 1988 de la ley de Reproducción Asistida, modificada en 2006.

La unidad de reproducción del HUCA también fue creada en 1989 por el ginecólogo Ignacio Arnott, actual director del centro, y por su colega Jesús Touris, ya jubilado. El director del HUCA cifra en unas 1.800 las gestaciones conseguidas desde entonces. El mismo ginecólogo destaca que la tasa de éxitos de las FIV se sitúa en torno al 37,5% (diez puntos superior a la media nacional), aunque indica que la de las inseminaciones es muy inferior (alrededor del 12%).

El mismo experto señala que la lista de espera actual del HUCA la integran 670 parejas (alrededor de año y medio), un tiempo de espera que Arnott indica que en pocos meses se ha reducido en un 30% y que para finales de año esperan bajar a doce meses.

Por otro lado, Carlos García Ochoa, responsable del Cefiva, destaca el gran catálogo de prestaciones en técnicas de reproducción asistida del cual dispone Asturias. En primer lugar fue la inseminación artificial con donante conyugal, luego vino la inseminación con semen de donante anónimo; más tarde, la FIV, por primera vez se conseguía generar un embrión fuera del vientre materno; después, la microinyección espermática, que facilita alumbramientos sin necesidad de espermatozoides en el eyaculado; lo próximo fue el Diagnóstico Genético Preimplatacional (DGP), que permite una descendencia sana a parejas con enfermedades genéticas transmisibles; más tarde, llegó el lavado seminal que ayuda a varones con VIH-SIDA a tener hijos sanos y, en último lugar, la vitrificación de óvulos, que sirve ya y servirá más en el futuro, entre otras cosas, para programar la edad materna de descendencia.

El experto explica que ahora el gran reto de la reproducción asistida está en incrementar la tasa de embarazos que, de media, se sitúan actualmente en torno al 33% por intento y hasta en un 70% tras cuatro intentos. García Ochoa asegura también que el objetivo es saber, de todos los embriones, cuáles tienen más posibilidades de lograr una gestación.