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Diversos estudios confirman que los hombres experimentan una gradual decaída de su fertilidad a medida que van envejeciendo. No obstante, con la aparición de la técnica ICSI (microinyección espermática intracitoplasmática), la gran mayoría de los problemas masculinos para concebir se convirtieron en reversibles.

Es bien sabido que la fertilidad de la mujer comienza a disminuir a partir de los 30 años. Sin embargo, varias investigaciones han demostrado y comprobado que la fertilidad masculina también disminuye a medida que el hombre va cumpliendo años, sobretodo a partir de los 40 años.

Una de las investigaciones, realizada en 1984, midió la producción espermática comparando dos grupos, uno integrado por hombres de entre 21 y 50 años y otro cuyas edades iban desde los 51 hasta los 80 años. Como era de esperar, la producción espermática diaria de los hombres del grupo de mayor edad era un 30% menor que la de los más jóvenes.

Sin embargo, los expertos destacaron que los hombres que presentaron un nivel más bajo de fecundidad, dentro del grupo de menor edad, podrían padecer infertilidad o esterilidad severa en un futuro si su producción de esperma seguía disminuyendo con el paso de los años.

Los expertos señalan que estas alteraciones que aparecen con la edad quedan más de manifiesto desde la aparición del sildenafil (conocido comercialmente como Viagra), ya que explican que prolongó la vida sexual de los hombres y la posibilidad de tener parejas más jóvenes y más hijos.

No obstante, la andropausia o envejecimiento hormonal masculino, marcado fundamentalmente por el descenso de la testosterona, fue señalado como una de las posibles causas.

En definitiva, así como en las mujeres la presencia del ciclo menstrual no es sinónimo de fertilidad, en los hombres una vida sexual activa y plena tampoco. El paso de los años en el hombre puede colocar en situación de infertilidad incluso a aquellos que en la juventud tuvieron hijos.

Los especialistas recuerdan que desde la aparición del método de la ICSI (inyección intracitoplasmática de un espermatozoide en un óvulo), una gran mayoría de los problemas masculinos para concebir se convirtieron en revertibles.

La ventaja de la ICSI es que solamente se necesita un espermatozoide apto para lograr una fecundación. Esta técnica está especialmente indicada en aquellos casos en que el paciente carece de concentración de espermatozoides, o bien estos tienen una mala morfología y/o movilidad. Está también recomendada cuando ya se han realizado ciclos previos de fecundación in vitro con baja tasa o ausencia de fecundación.

Finalmente y en casos extremos, cuando el eyaculado carece de espermatozoides (azoospermia), se puede recurrir a esta técnica a partir de una pequeña incisión en los testículos. La maduración de los espermatozoides que se produce durante el paso por el tracto genital masculino es crucial para que éstos puedan fecundar por ellos mismos. Por lo tanto, la ICSI es fundamental para que los espermatozoides testiculares puedan penetrar en el óvulo.