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Científicos holandeses constatan que no existe ninguna diferencia mental entre los hijos concebidos por fecundación in vitro y los nacidos por vía tradicional.

Aunque la gran mayoría de los bebés concebidos por técnicas de reproducción asistida nacen sanos, algunas pruebas han sugerido que existe un pequeño riesgo de que éstos sufran malformaciones y/o nazcan con bajo peso. Pues bien, científicos holandeses han llevado a cabo una investigación para analizar la mente de los niños nacidos por la técnica de la fecundación in vitro (FIV) y si esta tecnología les afecta de alguna manera su salud emocional.

Para esta investigación, el equipo de la doctora Karin Wagenaar, del VU University Medical Center de Amsterdam (Holanda), entrevistó a un total de 183 adolescentes de entre 11 y 18 años de edad (86 concebidos por FIV y 97 concebidos de manera natural, pero de padres con problemas previos de infertilidad) en lugar de conversar con sus padres y maestros.

Los participantes del estudio respondieron varias preguntas sobre problemas conductuales, emocionales y sociales que habían sufrido en los seis meses previos. Las respuestas de los 86 niños nacidos por FIV fueron comparadas con las del grupo de control (97 niños concebidos naturalmente).

Los resultados de la investigación, publicados en la prestigiosa revista científica Fertility and Sterility, han asegurado que no existe ninguna diferencia mental entre los hijos adolescentes concebidos por FIV y los nacidos por vía tradicional.

Caber señalar que, hoy día, ya son más de 10.000 los bebés que nacen cada año en España gracias a la técnica de fecundación in vitro. A nivel mundial, el número de personas concebidas mediante una FIV, desde el nacimiento de la pionera Louise Brown (1978), supera ya los cinco millones.

Otro dato que refleja el auge del uso de los tratamientos de fertilidad es que, en Estados Unidos, el número de niños concebidos mediante reproducción asistida creció de 20.840 en 1996 a 52.041 en el año 2005.