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Un estudio de la clínica Quirón de Bilbao concluye que el uso de microchips ayudará a determinar el momento más apropiado para realizar el proceso de la transferencia embrionaria.

Gorka Barrenetxea, jefe de Servicio de Ginecología, Obstetricia y Reproducción Asistida de la Clínica Quirón en Bilbao, aseguró en un simposio organizado por Merck Serono en Valencia, en el marco de la vigésima octava edición del Congreso Nacional de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), que la implantación de microchips va a suponer un importante avance en los tratamientos de reproducción asistida ya que ayudará a determinar en qué momento es más receptivo el endometrio a la transferencia embrionaria.

De esta manera, el experto destacó que se conseguirán hacer transferencias selectivas de un solo embrión, evitando así el riesgo de embarazo múltiple y con tasas muy altas de implantación.

Cabe recordar que hasta ahora el estudio de la receptividad endometrial se hacía en base a criterios histológicos, un método que, según el experto, no deja de ser invasivo y tiene ciertas limitaciones. Precisamente este carácter invasivo es una de las grandes limitaciones de las técnicas empleadas en la actualidad.

No obstante, Barrenetxea ha aclarado que la ventaja de las diferentes ómicas (como la genómica, la proteómica, la secretómica y la metabolómica) es que permiten estudiar de forma no invasiva el metabolismo, los genes y las proteínas de los embriones y, de este modo, seleccionar los mejores de acuerdo al medio de cultivo donde van a desarrollarse.

Es importante saber que, además de los gametos y embriones, el endometrio desempeña un papel determinante en el proceso de implantación embrionaria. En ese sentido, las ómicas les permiten a los expertos llevar a cabo un estudio detallado del medio en el que va a implantarse el embrión ya que, aunque éste tenga una alta capacidad de implantación, puede ocurrir que el endometrio no sea receptivo a la transferencia embrionaria.

Cabe señalar que el número de embriones a transferir se decide en cada caso particular y con el consentimiento de la pareja. El momento más adecuado para realizar la transferencia embrionaria suele ser entre el segundo y el sexto día después de la obtención y fecundación de los ovocitos. Dicho proceso, se controla por ecografía vaginal, siendo necesario que la mujer presente la vejiga repleta.

Normalmente se transfieren dos, tres o incluso cuatro embriones. Cuantos más se transfieran más aumentan las posibilidades de embarazo, pero a la vez también aumenta el riesgo de embarazo múltiple.

Una vez los embriones son depositados lentamente al útero, el proceso de implantación y evolución del embarazo es el mismo que los embarazos obtenidos espontáneamente. Sin embargo, hasta los doce o catorce días después de la transferencia no se sabe si se ha conseguido. Si el resultado es positivo, dos semanas más tarde se podría confirmar el estado de gestación y también el número de fetos.

La transferencia embrionaria es un proceso rápido, sencillo y no doloroso por lo que se realiza normalmente sin anestesia. La paciente puede abandonar el centro después de unos minutos de reposo y en condiciones normales.